Formas del saber

Saber cotidiano

El saber cotidiano es el conocimiento que se adquiere en la experiencia cotidiana. Es el modo común, corriente y espontáneo de conocer que se adquiere del trato directo de los hombres con las cosas. Es el saber que llena nuestra vida diaria y que se adquiere sin buscarlo o estudiarlo, sin aplicar un método y sin haber reflexionado sobre algo.

Su contenido es la suma de todos nuestros conocimientos sobre la realidad que utilizamos de un modo efectivo en la vida cotidiana. El mínimo de estos conocimientos es la suma de los conocimientos que todo sujeto debe interiorizar para poder existir y moverse en su ambiente. Según las épocas y los estratos sociales, cambia su contenido y extensión.

Se caracteriza por ser superficial, ya que se conforma con lo aparente.

No es sistemático, tanto en la forma de adquirir los conocimientos y de vincularlos, como en el modo de establecer cánones de validación. Se limita a percibir lo inmediato, permaneciendo a nivel de certeza sensorial.

Es un conocimiento a-crítico, solo se percibe la epidermis de la realidad. Los conocimientos pueden ser verdaderos o no, la pretensión de serlo no se plantea como una manera crítica o reflexiva.

Saber científico

Requiere superar la inmediatez de la certeza sensorial del conocimiento vulgar y espontáneo de la vida cotidiana. Lo que diferencia a éste saber del cotidiano es la forma o procedimiento de adquisición del conocimiento.

El saber científico se obtiene mediante procedimientos metódicos con pretensión de validez, utilizando la reflexión sistemática, los razonamientos lógicos y respondiendo a una búsqueda intencionada. Para esta búsqueda se delimita el problema que se estudia, se diseña la investigación, se prevén medios e instrumentos de indagación y se procede a un análisis e interpretación de todo lo estudiado. Por lo que el conocimiento científico es el resultado de una tarea de investigación que se vale del método científico.

Saber-doxa y saber-epísteme

Saber-doxa: Según Platón la doxa u opinión es apariencial y se contrapone a la ciencia y al saber verdadero. La recta opinión es el sentido común, pero no un saber cierto.

Para Agnes Séller, la doxa no puede ser separada de la acción práctica, su verdad se demuestra cada vez en tipos particulares de acciones concretas conseguidas.

Saber-epísteme: Es un saber sobre una cosa en relación con otras cosas en conjunto. Conocer un fenómeno en el plano de la epísteme significa conocer la conexión que lo liga a otros fenómenos, captar el puesto que ocupa en el sistema de otros fenómenos.

Mientras la doxa, como saber cotidiano, es indemostrable e irrefutable en sus datos y preceptos, la epísteme, como saber de la ciencia, posee un doble sistema de referencia. Sus verdades deben ser válidas en la realidad (praxis) y situables dentro de un determinado sistema cognoscitivo.

Ricardo Sielas